Hondarribia, como villa medieval fundada en el año 1203, debió de contar con una cerca que rodeara el recinto urbano. El trazado de dicha cerca sufría diversas ampliaciones como consecuencia del desarrollo propio del entramado urbano. Actualmente se conservan estructuras constructivas realizadas en mampostería de caliza de lo que pudo ser el trazado de dicha cerca, de origen medieval. Prueba de ello son los restos visibles en el exterior de la iglesia parroquial.
Fue a finales del siglo XV y principios del siglo XVI cuando se acometieron las grandes obras de la fortificación abaluartada. Prueba de ello son los cubos, baluartes, fosos y puentes levadizos que se levantaron protegiendo a la población que habitaba el promontorio. El acceso al espacio intramuros se realizaba a través de dos puertas, la de Santa María y la de San Nicolás precedidas de sendos puentes levadizos.
El Cubo de Santa María, el Baluarte de la Reina, el Baluarte de San Nicolás, el Baluarte de Santiago son estructuras que han perdurado hasta nuestros días, no así el Baluarte o Bastión de la Magdalena cuyos restos deben localizarse bajo el entramado urbano actual. A partir del siglo XVII el recinto fortificado se amplia con la construcción de los revellines, el de San Nicolás y el de Guevara así como la contraescarpa.
Su situación estratégica hizo que sufriera intensos ataques en los diversos sitios que padeció la Ciudad. Construido en el siglo XVI fue rehabilitado, en parte, bajo la dirección de M. Manzano Monís, arquitecto. En el paseo denominado Murrua, podemos observar el grosor de las murallas.